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Conferencia MP3 - William Marrion Branham

60-1125

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
¡Tengan una conferencia! Dios dijo que Uds. la podían tener. “Quienquiera venir, que venga”. ¡Subiendo! “Lo que tengo te doy. ¡Fe! En el Nombre de Jesucristo, levántate y anda”. El no preguntó al respecto. Extendió su mano, y lo levantó, y lo sostuvo allí hasta que sus tobillos se empezaron a poner un poquito más fuertes y un poquito más fuertes. Ahí él empezó a andar, y luego empezó a correr, luego empezó a saltar. El era un Pentecostal también, entonces. Sí. El era un “santo saltador”, y fue allí brincando y saltando, y alabando a Dios. Si eso no es un Pentecostal, yo no he visto uno. Yo les puedo probar a Uds. que Israel era Pentecostal. Cuando ellos vencieron y vieron a los capataces... Como Uds. vencieron, viendo el whisky, los cigarrillos, y todas las otras cosas, muertos flotando detrás de Uds. en el Mar Rojo de la Sangre de Jesús. ¿Saben Uds. qué sucedió? Moisés cantó en el Espíritu; María tocó un pandero, y todas las hijas de Israel tocaron los panderos, y corrieron de un extremo al otro de la ribera danzando en el Espíritu. Si esa no es una reunión Pentecostal, yo no sé lo que es una.

Alguien me dijo no hace mucho, dijo: “Hermano Branham: Ud. está predicando esta nueva clase de salvación, ¿no es así?” Yo dije: “No, señor”. Dijo: “¿No tiene Ud. algo de esta nueva salvación?” Yo dije: “No. Yo tengo un caso nuevo de la salvación antigua”. Eso es correcto. Yo dije: “Esto es de lo más antiguo que hay”. Dijo: “¿Cuándo se organizó?” Yo dije: “Antes que el mundo fuera fundado”. Dijo: “¿Dónde se encuentra eso?” Yo dije: “Job 7:27, [el Hermano Branham quiso decir Job 38:4–Trad.] dice: ‘¿Dónde estabas tú cuando Yo fundaba la tierra?, ¿cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban los hijos de Dios?’” Bueno, esta religión antigua, que grita, sentida de corazón, sincera y matadora del pecado, bueno, ¡hermanos!, es más antigua que la Biblia. Es más antigua que los montes. Es más antigua–más antigua que la tierra. No es nueva. Es algo antiguo. Sólo que es un nuevo caso de Ella. No deje de inocularse de Ella. Venga a Ella.

Así que entonces, a ellos les pasó, como de costumbre le pasa a uno, que los periódicos y todos empezaron a criticar, o lo que fuera, y ellos–ellos los llevaron ante el concilio del Sanedrín, y tuvieron una conferencia, el mundo tuvo una conferencia, como la de Ginebra y las demás. Y dijeron: “¿Qué vamos a hacer con estos hombres?” Dijeron: “Ellos pueden salir y predicar, pero que no mencionen ese Nombre de Jesús. No prediquen más en ese Nombre”. Ellos los golpearon y los amenazaron. Dijeron: “Si volvemos a oírlos a Uds. mencionar a Jesús otra vez, les vamos a hacer algo horrible a Uds.” Pedro y Juan salieron de la cárcel esa mañana, salieron de la conferencia, y ellos fueron allá y dijeron: “¿Saben qué? Creo que es mejor que llamemos a conferencia”. Así que ellos iban a llamar a otra conferencia. Ahora, llamémosla: La conferencia de Hechos 4. En Hechos 4, todos ellos se reunieron, y ellos estaban contando diferentes experiencias, y ellos llamaron a conferencia, y se arrodillaron, y llamaron a conferencia. Ellos querían clamar a Dios para preguntar lo que ellos podían hacer. ¿Deberían retroceder o deberían... o qué deberían hacer? ¿Deberían predicar sanidad Divina? ¿Se deberían comprometer? ¿Qué deberían hacer?

Y ellos empezaron a orar de esta manera, todos unánimes. (Otra reunión de Pentecostés). Todos unánimes. Me imagino que había ruido. ¿No se imaginan Uds. así? Todos dijeron: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Seguro, ellos están extendiendo las manos de Tu Santo Hijo, Jesús, para sanar a los enfermos”. Y cuando esa conferencia se empezó a llevar a cabo y ellos empezaron a clamar a Dios, los “sumarios” llegaron. “Oh, eso... Quizás sería mejor que fueran cuidadosos. Los pudieran meter en la cárcel. Más les vale que lo tomen con calma”. Uds. oyeron lo que el Espíritu le dijo a ese misionero hace un rato. “¡No hay nada de eso de tomarlo con calma!” “¿Debo yo ser llevado al Cielo en un lecho de rosas, mientras otros pelearon para ganar el premio y vagaron a través de mares sangrientos?” ¿Qué? ¿Esperamos ser llevados al Hogar en una canasta de flores? ¡Déjenme pelear! Déjenme mostrar algunas cicatrices.

Yo estaba leyendo un artículo, o mejor dicho, un librito de poesía. Decía que César iba a pedir... y él se iba a pasear en un gran carro, y él quería que uno de sus soldados, un soldado honorable, se paseara con él por las calles en este gran jubileo. Y todos los guerreros arreglaron sus penachos, y pulieron sus escudos y sus yelmos, preparándose para pasar ante César, y cuando... para examinar y para ver a quién él iba a escoger para que se paseara con él en este gran desfile. Y dijo que todos sus guerreros caminando perfectamente, derechos, pasaron y se detenían al saludarlo. Y decía que César miró a cada uno de ellos que pasaban. Dijo que después de un rato un soldado pequeñito, inválido de su brazo, con cicatrices por toda su cara, y todo, pasó por ahí, y él se sintió avergonzado de sí mismo, y como que bajó su rostro y se comenzó a alejar; y César dijo: “¡Un momento! ¡Un momento! ¡Regresa aquí!” Y el pequeño soldado regresó y se arrodilló. El dijo: “¿Sí?, gran emperador”. Dijo: “¿Dónde recibiste esas cicatrices? ¿Por qué estás todo cicatrizado?” El dijo: “Yo las recibí en el campo de batalla, peleando por mi emperador”. El dijo: “Tú siéntate aquí a mi lado. ¡Tú eres el que ganaste el paseo!” A mí no me importa si yo soy un Doctor en Divinidad, un Doctor en Filosofía, o tengo un título doble en la ley. Yo quiero algunas cicatrices para demostrar que yo he estado en la batalla. Eso es lo que los Cristianos deberían hacer. No escojan las cosas fáciles, y adornadas. “Yo tomaré el camino con los pocos despreciados del Señor. Yo empecé con Jesús, ¡oh, Señor, llévame hasta el fin!” Son casi treinta años de estar en el campo ahora, muy avanzado para regresar. Yo quiero seguir adelante. Cualquiera que sea el fin, eso está en las manos de Dios.

Ellos tuvieron una conferencia. Y cuando terminaron de orar, la Biblia dice que el edificio en donde ellos estaban congregados, de hecho tembló, y ellos predicaron la Palabra de Dios con denuedo. Ahora, una conferencia más, y terminaremos. Esa es La conferencia... Pudiera que Uds. no asistieron a La conferencia de Ginebra. Pudiera que Uds. no asistieron a ninguna de estas conferencias de las que hablamos, pero aquí esta una a la que Uds. van a asistir. Esta es ¡la del juicio! Uds. van a asistir a La conferencia del juicio. Uds. van a tener que atender a ésa. Si Uds. están listos o si Uds. no lo están, esa es una conferencia a la que todos nosotros vamos, porque la Biblia dice: “Una vez le es asignado al hombre morir, y después de eso, el juicio”. Y nosotros, cada uno, va a llegar allá. Así que es mejor que Uds. encuentren misericordia antes que empiecen, porque pudiera ser... porque en aquél día va a ser muy tarde. Uds. no podrán encontrar misericordia entonces. Va a ser una–una conferencia de juicio, y toda alma va a estar allí para responder por los hechos que Uds. han hecho en esta vida. Y Uds. van a estar allí tan seguro como Dios escribió la Biblia, como Dios hizo los cielos y la tierra. Amigos, tan seguro como estamos en este edificio en esta noche y aun más seguro, que Uds. van a asistir a esa conferencia. Y Uds. van a pedir misericordia. Pero no recibirán misericordia. Este es el día que Uds. reciben misericordia. Pero el tiempo llegará entonces, en la conferencia, que Uds. serán juzgados no con misericordia, sino por un Dios de ira, en Su ira. Y: “si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?

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