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Yo Soy No Temáis MP3 - William Marrion Branham

60-0329

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
¿Saben Uds. cuándo vino primero el Espíritu Santo? Fue en el Día de Pentecostés, cuando ellos estaban todos unánimes juntos. Y luego vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba. Ellos tuvieron que tener la atmósfera correcta. Y eso es lo que nosotros necesitamos hoy en día, hermanos. Estamos muy atrasados. La iglesia debería estar a un millón de millas más adelante en el camino. Cuando nosotros tomamos por ejemplo, lo que sucedió allá en–en Africa el otro día, cuando nuestro precioso Hermano Billy Graham, cuando ese hindú allá hizo un reto como ése en contra de la Palabra del Dios Viviente, eso muestra que nosotros necesitamos otra atmósfera en lugar de teología. Nosotros necesitamos el poder del Espíritu Santo entre nosotros, y hombres quienes estén dispuestos a pararse en lo que Dios dijo que es la Verdad. Es la atmósfera la que necesitamos. Quizás en este gran día de prosperidad... hemos estado tan interesados en la prosperidad, al grado que nos hemos apartado de la cosa principal; quizás nos hemos apartado en alguna clase de crisis de cólera sin El. Nosotros no debemos hacer eso. Es la atmósfera; es llegar a un punto en el que nosotros– nosotros queremos a Cristo.

Ahora, El no se fue muy lejos de ellos, El... pues El sabía que ellos lo necesitarían. Yo creo que El sabe en esta noche que nosotros lo necesitamos. Nosotros hoy en día sabemos que lo necesitamos. Yo lo necesito. Uds. lo necesitan. Todos nosotros lo necesitamos. Yo necesito más de El. Uds. necesitan más de El. Esa es una cosa de la cual yo nunca puedo obtener bastante satisfacción: y esa es tener lo suficiente de Dios. ¡Oh! Tanto como podamos nosotros mismos rendirnos, tanto así es lo que Dios puede entrar. Pero tenemos que hacernos nosotros mismos a un lado, nuestras propias ideas, permitir al Espíritu Santo entrar y recordarnos cosas, y mostrarnos cosas por venir (El dijo que El lo haría).

Ahora, Jesús, sabiendo que esos discípulos se hallarían en un apuro, El subió el monte más alto que pudo subir, muy arriba en la cumbre del monte, para que así El pudiera ver a lo largo de todo el lago, pues El sabía que allí en alguna parte, ellos se hallarían en un apuro. Tan pronto como ellos se perdieran de Su vista, o fuera de Su Presencia, El sabía que Satanás iría tras ellos. Y El subió el monte más alto para que así El pudiera mirar a lo largo de todo el océano, y verlos hasta que ellos llegaran al fin de la jornada. No únicamente El hizo eso por ellos, sino que El subió el monte más alto que pudo subir. El subió el monte Calvario, y desde allí, hacia arriba, más arriba de la luna y de las estrellas, todo el camino hacia arriba hasta el Cielo, para que El pudiera ver de Eternidad a Eternidad. Pues El sabía que Su Iglesia estaría en necesidad. Y El... Y “Su ojo está sobre el gorrión”, y yo sé que El está observando esta reunión en esta noche, tratando de encontrar a alguien que tenga fe, que le crea a El, y que no dude y que no tenga que estar empujándolo, y haga toda clase de gestos de desagrado, pero que crea la simplicidad de Dios en Su Palabra de lo que El dijo que era la verdad.

El subió a los lugares más altos de Gloria, subió por arriba de la luna y de las estrellas en Su resurrección. El profeta dijo que cuando El llegó muy arriba allá, que quizás El y los santos del Antiguo Testamento en su camino hacia arriba... Bueno, yo puedo ver a los Angeles mirando por encima de las puertas, y aclamaron allí, los santos del Nuevo... Antiguo Testamento, dijeron: “Alzaos puertas eternas, y alzaos vosotras. Y que entre el Rey de Gloria”. Y los Angeles detrás de las puertas, dijeron: “¿Quién es este Rey de Gloria que está entrando?” “Jehová de los ejércitos, poderoso en batalla”. [El Hermano Branham parafrasea una porción del Salmo 24–Trad.]. Y ellos presionaron el botón; las grandes puertas se abrieron de golpe, y Jesús y los santos del Antiguo Testamento marcharon a lo largo de esa calle, conquistadores (¡oh, hermanos!), hasta el Trono de Dios, y dijo: “Aquí están, Padre”. “Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga todos Tus enemigos por estrado de Tus pies”. Y hoy en día El se sienta con todo poder y gloria, vigilando sobre Ella, igual que el águila.

Un día yo iba cabalgando por arriba de unos escarpados, buscando ganado, y yo me fijé que venía una tormenta. Y una madre águila había llevado a sus aguiluchos allá abajo al valle. Y ellos estaban allí abajo simplemente teniendo un jubileo Pentecostal, dando volteretas uno sobre el otro y... Era la primera ocasión que ellos habían estado fuera del viejo nido espinoso. Y ellos estaban abajo jugando como niños pequeños. Y esa madre águila voló de regresó hacia una roca grande y elevada, y ella dobló esas dos alas (algunas de ellas son de catorce pies de punta a punta [4.2 m–Trad.]). Y ella vigilaba a esos aguiluchos allá abajo. Era mejor que un coyote no viniera hacia uno de ellos; ella los estaba vigilando. Ella estaba allá arriba, y esos grandes ojos agudos podían ver por millas y millas. El ojo más agudo que hay, es el de un águila. Vigilando... Bueno, ella puede... ella... Si un halcón tratara de seguirla, él se desintegraría en el aire. Así que el águila es una ave especialmente formada, y tiene que tener un ojo especialmente formado para que así ella pueda ver en dónde está. Dios es Jehová águila. Y El se sienta en el Trono de Gloria, vigilando a Sus hijos, libres y teniendo un buen momento.

Y después de un rato empezó una tormenta. Y esa madre águila bajó de esa roca, voló hacia abajo por allí, y dejó escapar un chillido. Todos esos aguiluchos se agarraron de sus alas con sus patas y con sus pequeños picos se anclaron en una pluma muy bien puesta. Ella se elevó con esas grandes alas oponiéndose a esa tormenta, y se fue directamente a la hendidura de la roca. Yo amarré mi caballo y corrí alrededor y alrededor de un árbol, gritando tan fuerte como podía. Yo dije: “¡Oh!, ‘Su ojo está sobre el gorrión, y yo sé que El cuida de mí’”. Algún día El extenderá Sus grandes alas y descenderá. Yo quiero agarrarme de esa cruz rústica, y aferrarme a ella, hasta que el Espíritu Santo me saque de este caos en el que estamos hoy en día. Si en esta noche Uds. están enfermos, aférrense a la promesa de Dios de la cruz, de la resurrección, y manténganse allí hasta que El los saque.

Allí estaba El. Todas las esperanzas se habían acabado. Quizás así en con Ud. en esta noche. Quizás el doctor dice que Ud. no puede vivir más tiempo. Quizás Ud. piense que ha cruzado la línea de separación, que Ud. no puede ser salvo. Eso es incorrecto. Mientras Ud. tenga lo suficiente de Dios como para venir aquí a esta iglesia en esta noche, hay esperanzas que Ud. sea salvo, mientras el Espíritu de Dios esté lidiando con Ud. Y mientras Ud. tenga la suficiente fe como para venir aquí para que se ore por Ud., para venir bajo la atmósfera del Dios Viviente, bajo Su protección y Sus alas, si Ud. sólo usa esa fe y se aferra a la promesa de Dios, Ud. sanará. Dios lo prometió. Es lo que Dios dijo.


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