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Teniendo Conferencia William Marrion Branham

Teniendo Conferencia MP3 - William Marrion Branham

60-0608

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Y ellos toparon con esa conferencia del Mar Rojo. ¿Qué hizo Moisés? El no se puso todo confundido y desesperado, dijo: “Bueno, yo me uniré a éste, o iré a este otro grupo. O yo me contentaré con faraón; quizás yo estaba mal, y debería tener una conferencia de paz con él”. No, señor. El estaba en la línea del deber, y se quedó en la línea del deber. Pero la cosa que él hizo, fue ir allá y él mismo seleccionó una roca grande en alguna parte, yo–yo me imagino. Y él fue y se puso detrás de esa roca grande, y se quedó allí un rato, y dijo: “Señor Dios, yo estoy en la línea del deber; yo he hecho todo lo que Tú me dijiste que hiciera. Ahora, yo me he topado con algo”. ¿Saben Uds. qué decisión se hizo? Me imagino ver a los Angeles sentados alrededor, en cada roca, de esta manera. Allí estaba Moisés... Allí estaba Dios, parado allí escuchándolo. Dijo: “Yo estoy en la línea del deber, y allí viene el ejército de faraón. Y yo sé que Tú estás aquí en alguna parte, porque estabas brillando arriba en esa Columna de Fuego; así que Tú estas aquí en alguna parte”. Y todos los Angeles se reunieron alrededor, y los Angeles miraron hacia Dios, para ver lo que diría. Le dijo a uno de los Angeles: “Ve háblele, y dile que se ponga de pie, ¡que siga adelante!” ¡Amén! Ud. nunca oye a Dios decir: “Retrocede”. No retroceda; siga adelante mientras Ud. esté en la línea del deber. Nosotros tenemos... Si nosotros hemos recibido justificación y no sabemos lo que significa santificación, es una línea del deber; siga adelante. Si Ud. está santificado, y nunca recibió el Espíritu Santo, es una línea del deber; siga adelante. Si Ud. está enfermo y no puede sanar, Ud. ha hecho todo lo que el doctor le dijo que hiciera, y todavía no puede sanar, su línea del deber es seguir adelante. “Sigue adelante; di al pueblo, y luego sigue adelante”. Sólo continúa marchando hacia adelante. Moisés le habló al pueblo y dijo: “Tranquilícense”. Levantó su vara, y empezó a caminar hacia el Mar Rojo. El mar se dividió. Eso es lo que significa una conferencia: quitando la oposición. ¡Amén! Entonces Uds. pueden tener un servicio de sanidad; cuando saquen todos los “Tomases”, y todos los que dudan, y todo esto, eso, y lo otro, y todos los formales, quiten todas las hojas de higuera hasta que queden desnudos completamente, y los cubra la Sangre, entonces son hijos e hijas de Dios.

Como con frecuencia he dicho: es como el tiempo de primavera; la madre pájara sale, y–y se hace un nido grande, y lo empluma todo, y se prepara para los pajaritos. Y ella pudiera poner un nido lleno de huevos, pero si ella no ha estado con el compañero, esos huevos se quedarán allí y se pudrirán. Nunca empollarán; no son fértiles. Y de esa manera son muchos miembros de iglesia: vienen a la iglesia, y uno tiene que palmearlos en la espalda; ellos visten bien, pagan bien en la iglesia, y todo, y casi se encargan del predicador; todo el tiempo están en alguna clase de reunión social o algo así, toda esa clase de cosas. Pero si ellos no han estado con el Compañero, Jesucristo, es exactamente como un nido lleno de huevos podridos. Más les vale que vacíen toda la cosa, y empiecen otra vez. Necesitamos el Bautismo del Espíritu Santo en una conferencia con Dios, para entrar en contacto con el Compañero, Jesucristo. El es el Compañero de la Iglesia; El es el Novio para la Novia. Entren en contacto con El, y sean llenos con Su Espíritu, el Novio.

Así que Moisés tuvo esa conferencia del Mar Rojo, recibió órdenes y marchó hacia adelante. Hubo otra conferencia que me gustaría... tengo una docena de ellas escritas aquí, pero yo quise apresurarme para llegar a una ahora. Hubo una conferencia “La del Getsemaní” en una ocasión, donde Jesús como un Hombre... Jesús era el Hijo de Dios, el Hijo de Dios creado. Dios le hizo sombra a María, y creó una célula de Sangre en ella, que produjo al Hijo, Jesucristo. Y Dios descendió y habitó en El; en El habitó la plenitud de la Deidad corporalmente. 1 Timoteo 3:16 dice: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne... visto de los Angeles (y demás)... recibido arriba en el Cielo”. ¡Oh, Dios! No un profeta, ¡Dios! Se hizo carne y habitó entre nosotros. Allí estaba El, Emanuel. El Espíritu Santo lo llamó a El Emanuel: “Dios con nosotros”. Y ahora es Dios en nosotros, el mismo Espíritu. Nosotros lo recibimos en porción, en medida; El lo recibió sin porción o medida. En El habitaba la plenitud de Dios. Todo lo que Dios era, lo vació en Cristo, y todo lo que Cristo era, lo vació en la Iglesia. Amén. “En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en el Padre, el Padre en Mí, y Yo en vosotros, y vosotros en Mí”. ¡Oh, hermanos!, cuando llegue “ese día”. Ahora, nosotros estamos obrando; tenemos órdenes: “Sólo continúen marchando”.

La del Getsemaní se llevó a cabo. El pudiera haber sido Rey; El nunca hubiera tenido que morir. Pero, ¿lo haría? El dijo en esa conferencia, cuando los Angeles estaban parados a cada lado para ver cuál sería Su decisión, cuando ellos estaban–ellos estaban escupiendo Su rostro, y le iban a hacer todo a El, El dijo: “No se haga Mi voluntad, sino la Tuya”. ¡Oh, si nosotros pudiéramos hacer eso! Ud. dice: “Bueno, mire Hermano Branham, si yo recibo el Espíritu Santo, mi madre, mi padre, mi jefe, mi...” Pero, ¿qué de su Señor? Eso es. ¿Qué–qué va a decir El tocante a ello, si Ud. lo desprecia? “Bueno, mi iglesia...” Bueno, yo sé; eso pudiera estar bien, pero, ¿qué de su Señor? ¿Ve?, su iglesia no lo puede salvar; se requiere al Señor. ¿Ve? ¿Ve?, Ud. tiene que hacer esa decisión; Ud. tiene que llegar a ese momento; cada uno tiene que. Todo hijo que viene a Dios debe ser probado por Dios, disciplinado, castigado, para ver si él es un verdadero hijo de Dios. Allí, El estaba parado allí. El dijo: “No se haga Mi voluntad, sino la Tuya”.

Luego hubo otra conferencia, de la que yo quiero hablar ahora mismo. Y esa fue “La conferencia Pentecostal”. ¡Oh, hermano!, cuánto necesitamos otra de ésa. Esas personas eran ciento veinte en número. De todos los frutos de Su ministerio, de todas las grandes reuniones que El había tenido, de los millares y millares que El había sanado, El tenía ciento veinte que estaban listos para pararse por El, de toda una nación. Cuando ellos habían visto todo lo que se podía haber hecho, toda clase de obras poderosas y todo lo demás, El tenía ciento veinte que se quedaron con El. Y ellos habían oído a Dios decir esto: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y entonces me seréis testigos en Jerusalén, Judea, y Samaria, y todo el mundo. Uds. deben ir por todo el mundo y–y establecer la Iglesia, establecer la fe entre la gente. Y he aquí, Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Las obras que Yo hago, vosotros haréis también. Estas señales seguirán a los que creen: En Mi Nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, beberán cosa mortífera; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”. ¡Oh, hermanos! “Pero espérense un momento, no se vayan todavía. Va a haber una conferencia que se va a llevar a cabo; Yo les enviaré Palabra. Uds. sólo vayan a Jerusalén y esperen allí. Prendan su radio y esperen las respuestas”.

“¿Cómo van Uds. a operar esta Iglesia?” Yo digo esto decentemente, reverentemente, amablemente, y respetuosamente a todo hombre, a toda mujer, y a toda denominación: “Vamos a subir allá para darnos cuenta si nosotros vamos a tener denominaciones o no. ¿Vamos a operarla sobre un montón de credos? O, ¿vamos a operarla de esta manera, o de esa manera? ¿Cómo lo vamos a hacer? Bueno, subamos y esperemos hasta que termine la conferencia. Jesús ascendió al Padre; nos daremos cuenta qué es lo que regresa en unos cuantos minutos”. Así que ellos esperaron. “¿Cuánto tiempo van a esperar Uds.?” “Hasta que termine la conferencia”. “¿Cuántos días? ¿Dos?” “No, sólo hasta que termine: ‘Hasta...’”. “¿Hasta cuándo?” “Hasta que termine la conferencia”. Muy bien. Después que terminó la conferencia, todos ellos estaban allá arriba esperando, esos ciento veinte, esperando para ver lo que iba a suceder, cómo ellos deberían operar la Iglesia, qué debían hacer. ¿Deberían tener un enorme diario y anotar todos los nombres? O, ¿deberían...? ¿Qué deberían hacer? Ahora, ellos iban a tener los primeros frutos de eso.

Y mientras ellos estaban sentados juntos, vino un sacerdote con la santa eucaristía en una caja, dijo: “Saca tu lengua”. ¿No suena eso necio? Ahí vino uno con un pequeño salero con agua, y dijo: “Debemos...” Uds. saben. Nada como.... O, ahí vino un predicador Protestante; el Dr. Tal y tal dijo: “Déme su diestra de compañerismo, y pondremos su nombre en el libro”. ¿No–no sonaría eso como los Pentecostales? De esa manera nosotros lo tratamos de hacer. ¿Qué es? No se enojen conmigo. ¿Ven? Todavía son las hojas de higuera. Absolutamente. Son las hojas de higuera. Ellos estaban esperando en esa conferencia para ver lo que sucedería a la Iglesia. Y dice: “De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba (las respuestas estaban regresando), el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.

“Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntaron; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua donde había él nacido”. “Mas otros, burlándose, haciendo burla, decían: ‘Estos están llenos de mosto’”. Observen al orador principal ahora, después que él tenía las respuestas de la conferencia. Dijo: “Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. (Las cantinas todavía no están abiertas. Sí, señor). Esta es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: ‘Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne’”. De esa manera la Iglesia debe ser operada.

¡Oh! “Se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros hombres: ‘Hermanos, ¿qué haremos?’” El dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa de la Iglesia, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. Esa fue la respuesta proveniente de la conferencia de Dios con Su Hijo en el Cielo. De esa manera la Iglesia fue puesta en orden. ¡Aleluya! El Espíritu Santo debía operar a la Iglesia, no los obispos, y arzobispos, y papas, y padres, y abuelos; pero debía ser operada por el Espíritu Santo. De esa manera debía ser; eso es lo que la conferencia de Dios... esas fueron las respuestas. De esa manera debía ser. Cualquier cosa fuera de eso, es un montón de hojas de higuera, y no es bueno. ¡Salgan de detrás de ellas! Y luego arránquenlas de Uds.; desnúdense delante de Dios. Tengan una... Vengan y sean reconciliados. “Vengan y tengan una conferencia Conmigo; hablémoslo. Si vuestra incredulidad ha sido como la grana, como la nieve será emblanquecida”. El se lo probará a Uds. La conferencia, La conferencia de Pentecostés.

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