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Fe Es El Sexto Sentido William Marrion Branham

Fe Es El Sexto Sentido MP3 - William Marrion Branham

60-0611e

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Recuerdo que aquí en Fort Wayne, el anciano John Rhyn. No el hombre con las barbas, sino el otro, el ciego John Rhyn. Yo estaba teniendo una reunión allá en un tabernáculo grande. Me estoy preparando para terminar, para empezar a orar por los enfermos. Ese hombre estaba sentado arriba en el balcón. El era Católico. Ellos lo trajeron al altar, lo trajeron a la plataforma por su tarjeta. Cuando él llegó adonde yo estaba, dije: “Su nombre es John Rhyn”. “Correcto”. “Y Ud. es Católico por fe”. El dijo: “Correcto”. “Ud. solía viajar con el circo”. “Correcto”. Luego dije: “Ud. ha estado ciego por veinte y algo de años, o más”. Dijo: “Correcto”. Y dije: “Alguna clase de “leucemia” o alguna otra cosa entró en sus ojos, y lo hizo ciego. Y yo dije: “Ud. es un mendigo”. Y él dijo: “No exactamente un mendigo, sino”, dijo, “yo me siento en la calle”. Y yo dije: “Bueno, eso está bien”. Y yo dije: “¿Cree Ud. que Jesucristo lo hará a Ud. sano?” El dijo: “Sí, creo”. Yo oré por él, y puse mis manos sobre él. Yo dije: “Señor Jesús, yo reprendo esa ceguera ahora en el Nombre de Jesucristo. ¡Que lo deje!” Y yo me di la vuelta y miré, y lo vi caminando con su vista. Yo dije: “ASI DICE EL SEÑOR” (Uds. observen eso), “ASI DICE EL SEÑOR, Ud. ha recibido su vista”. Bueno, él–él dijo: “Yo no puedo ver”. Yo dije: “Eso no tiene nada que ver con ello. Siga su camino regocijándose”. Así que él se bajó.

Hubo una mujer que tenía un bocio grande en su cuello, y que en unos cuantos minutos, mientras estaba orando por ella, se le desapareció. Y ahí vino John Rhyn de regreso, abriéndose paso por entre los ujieres, y regresando otra vez. Y así que el hombre que me estaba ayudando en la fila de oración, lo empezó a bajar de la plataforma. Pero él dijo: “Yo quiero ver a ese predicador”. Y así que ellos lo trajeron allí arriba otra vez. El dijo, él me dijo, dijo: “Ud. me dijo que estaba sanado”. Yo dije: “Ud. lo está”. El dijo: “Bueno, si yo estuviera sanado, pudiera ver”. El dijo.... Yo dije: “Oh, no; eso no tiene nada que ver con ello. Ud. me dijo....” El dijo: “Bueno, Ud. dijo que yo estaba sanado”. Yo dije: “Ud. dijo que me creía”. El dijo: “Sí le creo a Ud.” Yo dije: “Entonces, ¿de qué está Ud. dudando?” El dijo: “Bueno, si yo estuviera sanado, ¿no pudiera ver?” Yo dije: “Ud. verá. Porque Dios me mostró una visión que Ud. estaba viendo, tiene que suceder”. El era Católico, y nunca había sido enseñado algo como eso. El dijo: “Pero yo no lo entiendo. ¿Qué debo hacer?” Yo dije: “Bueno, la única cosa que se puede hacer, es que siga su camino sólo alabando a Dios por darle su vista”. El dijo: “¿Dónde está Ud.?” Lo empezaron a bajar; dijo: “Espere un momento”. Dijo: “¿Cómo se llama?” Y yo dije: “Branham”. El dijo: “Permítame sentirlo”. Y le permití poner sus manos sobre mí. El dijo: “Sr. Branham: como Católico que soy, se me enseña que crea a mi sacerdote”. Y él dijo: “Yo he venido a Ud. por ayuda. Y Ud. me dijo quién era yo y todo tocante a mi condición, lo que nadie sabe sino Dios. Yo creo que es la verdad, y yo continuaré diciendo: ‘¡Alabado Dios!’ Se bajó de la plataforma.

Bueno, yo casi no pude llevar a cabo el servicio las dos noches siguientes. El se levantaba allí cada rato, decía: “¡Alabado el Señor por sanarme!” Y yo empezaba a predicar, y él se levantaba y gritaba: “¡Gracias al Señor por sanarme!” Ellos le dieron un trabajo de vender periódicos. Pasó cerca de un mes gritando: “¡Alabado el Señor por sanarme!” Y él estaba allí, y gritaba: “¡Extra! ¡Alabado el Señor por sanarme!” Ellos se reían de él y hacían burla de él, los muchachitos del periódico lo siseaban en señal de desagrado. La gente en las calles decía: “Ese anciano ha perdido su mente”. Y él decía: “Extra, extra, lea todo al respecto. ¡Alabado el Señor por sanarme! Extra, lea todo al respecto. ¡Alabado el Señor por sanarme!”

Ellos se lo llevaron (y pensaron que iban a tener que enviarlo al sanatorio), y lo interrogaron. El dijo: “Yo estoy tan normal de mi mente como siempre lo he estado. Pero yo creo a Dios. ¡Alabado el Señor por sanarme!”, y así de esa manera. ¿Qué fue eso? El se estaba aferrando a ese Sexto Sentido. Algo adentro de él aferrándose a eso. El no estaba prestando ninguna atención si él podía ver; esa vista no tenía nada que ver con ello. El estaba viendo con otra vista. ¡El vio a Dios! Nosotros miramos a cosas que no vemos. Toda la armadura del Cristiano es por medio de la fe. “Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay”. Todos los frutos del Espíritu, todo es fe, invisible. Nosotros miramos al Invisible. Miramos al Invisible; por medio de fe lo vemos. ¡Aleluya!

Un muchachito lo guió al cruzar la calle para afeitarse en una barbería. Y un barbero listillo quería hacer burla de él. Así que le aplicó muy bien la espuma de jabón en su cara. Y había allí otros barberos, y él les guiñó sus ojos a ellos de esa manera, él dijo... Lo estaba afeitando, lo tenía afeitado como hasta la mitad, tenía la toalla puesta allí, como Uds. saben, y él dijo: “Oiga, papá Rhyn”. El dijo: “Sí, hijo”. Dijo: “Yo oí que Ud. fue a ver a ese ‘santo rodador’ cuando él estuvo aquí”. “Sí, yo fui”, él dijo. El dijo: “Yo oí que Ud.–Ud. fue sanado”. El dijo: “Sí, yo fui sanado. ¡Alabado el Señor por sanarme!” Y cuando él hizo eso, sus ojos se abrieron estando en la silla del barbero. Saltó de esa silla con la toalla alrededor de su cuello. El barbero corrió a la puerta con la navaja en su mano. Se fue corriendo por la calle el anciano Rhyn tan rápido como él podía correr, dando alaridos y gritando: “¡Alabado el Señor, El me ha sanado!”

¿Qué fue eso? Aferrándose a ese Sexto Sentido, a ese Algo que lo hace real. Sí, señor. Por medio de ese Sexto Sentido, se ha conquistado reinos. ¡Amén! El Sexto Sentido conquistó reinos. Por medio de ese Sexto Sentido, los muros de Jericó cayeron totalmente al suelo. ¡Amén! ¿Creen Uds. eso? [La congregación dice: “Amén”–Ed.]. Los muros de Jericó cayeron al suelo, por medio del Sexto Sentido. Por medio del Sexto Sentido, el mar no pudo ahogar a Pablo. Cuando él entró allí, cuando todas las esperanzas se habían perdido, él vio una visión del Angel del Señor. Y él regresó diciendo: “¡Tened buen ánimo!” ¿Cuál era el problema? Ni luna, ni estrellas por catorce días y noches, estaba tan oscuro como podía estar. La tormenta estaba tan fuerte como podía estar. Pero ese Sexto Sentido empezó a obrar cuando él vio al Angel del Señor. ¡Aleluya! Ese Sexto Sentido no pudo dejar a Pedro en la cárcel. No, señor. El poder de Dios envió un Angel allí, y lo liberó. El Sexto Sentido no podía dejar a Pablo, y a Silas, en la cárcel. Dios envió un terremoto, y derrumbó toda la cosa. Ese Sexto Sentido, déjelo que empiece a obrar por Uds. en alguna ocasión. Debido a ese Sexto Sentido, los leones ni siquiera se pudieron comer a Daniel. Ellos no podían jugar con ese Sexto Sentido. No, señor. Por medio de ese Sexto Sentido, el fuego no pudo quemar a los jóvenes hebreos. Por medio de ese mismo Sexto Sentido, que estaba obrando en la pequeña Marta cuando ella fue a ver a Jesús, resucitó a su hermano de la sepultura, después de haber estado muerto por cuatro días. Ese mismo Sexto Sentido limpió a un leproso. Ese mismo Sentido resucitó a Jesucristo al tercer día. Ese mismo Sexto Sentido raptará a la Iglesia uno de estos días, y se la llevará de aquí a la Gloria.

No se apoyen en los cinco; ellos son engañosos. Pero ese Sexto está correcto. Si Uds. quieren... Hay un muchachito aquí en esta noche. Yo no sé si Charlie Cox está aquí o no. Yo le estaba hablando sobre el Sexto Sentido. El tomó eso, y lo creyó, y lo tocó en una cinta. [Porción sin grabar en la cinta– Ed.]. Su esposa dijo: “Permíteme tocarlo”. Entró en el otro cuarto, y ella empezó a tocarlo. Ella dijo: “Señor, yo también tengo un Sexto Sentido, y lo voy a poner a obrar. Yo quiero el Espíritu Santo”, y ahí vino El. ¿Qué es eso? Si Ud. lo cree. Viendo... Deberíamos creerlo sin aun verlo. Pero sin embargo, Dios nos permite verlo de todas maneras. El nos lo muestra. El nos muestra Su–Su Presencia. Entonces, seguramente que no habría ninguna excusa para que ese Sexto Sentido no empezara a obrar. Inclinemos nuestros rostros.

Nuestro Padre Celestial, el Sexto Sentido, estos testimonios de la Biblia de ese Sexto Sentido que yo lo llamo “fe”. Yo estaba leyendo en Hebreos 11 del Sexto Sentido, de fe siendo la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que los sentidos de la tierra no declaran. Y vemos allí, cómo ellos conquistaron reinos, y taparon bocas de leones, y evitaron filo de espada. Y–y Enoc fue traspuesto al Cielo por medio de ese Sexto Sentido. Abraham habitó como extranjero en tierra ajena y recibió un hijo después que él tenía cien años de edad. El Sexto Sentido. Cuando la matriz de Sara era estéril, él no consideró esas cosas, él no dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció, dando gloria a Dios. El sabía que Dios hizo la promesa, y él estaba completamente persuadido que Dios cumpliría lo que había prometido. ¡Oh, Dios!, y se supone que nosotros somo los hijos de Abraham. ¡Qué faltos estamos! ¡Oh, Dios!, despierta el Sexto Sentido en esta iglesia, entre estas personas en esta noche. Cuando vemos que Tú le diste esa gran señal a Abraham, y allí... lo que sucedió. Dios, te pido que ellos vean la Presencia del Angel del Señor en esta noche, y que no confíen en el sentir de ellos, en la vista de ellos, sino en la Palabra de Dios que hizo la promesa, y toda persona aquí será sanada, y todo aquél que no es salvo será salvo, y todo aquél sin el Espíritu Santo lo recibirá. Oyeme, Padre, te pido en el Nombre de Jesús. Amén.

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