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Y Desde Ese Entonces MP3 - William Marrion Branham

59-1231
Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Así que el ministro se bajó. El sabía más cómo lidiar con él. Y él le preguntó: "¿Quién es Ud.?"

Y finalmente él logró que se incorporara lo suficiente hasta que él pudo decir: "¡Si tú me compras un trago!" Y nos llegamos a dar cuenta que él podía señalar con su dedo al banco del cual él en una ocasión era presidente.

"Bueno", él dijo: "Nosotros somos predicadores. ¿Me pudiera decir lo que sucedió?"
"¡Si tú me prometes un trago!"

Bueno, nosotros no podíamos hacer eso. Yo dije: "Yo no pudiera añadir pena a sus penas. Yo quiero ayudarle".

Toda su historia: él llegó a casa una noche y había una, lo que él llamaba una carta de "Querido Juan" sobre la–la mesa, de que su esposa lo había dejado, y había... El la amaba. Y ella se había llevado a sus hijos. Y lo divorció, y ella se había ido con otro hombre. Y él dijo: "Yo no sabía qué hacer (darme un balazo en mis sesos, o qué hacer), así que yo–yo fui a la cantina". Y desde ese entonces, allí estaba él. Eso es por todo el mundo.

El mentiroso. Ud. pudiera tomar uno, como yo le dije un día a un hombre que yo pensaba que estaba diciendo bromas. Y me llegué a dar cuenta que él decía tantas mentiras, al grado que él mismo realmente las creía. Y yo dije: "¿Qué lo hace a Ud. hacer eso?" Y me senté a hablar con él. Yo dije: "Yo quiero indagar algo. Esas historias son disparates para que la gente las crea".

El dijo: "La primera que yo puedo recordar que dije..." El dijo: "Yo era un muchachito que fui criado en un buen hogar". Y él dijo: "Yo salí afuera y fumé cigarrillos, ["corn silk cigarrettes": borlas secas de maíz que eran fumadas como cigarrillos–Trad.] sólo para hacerme el listo. Y comí algo de café para quitármelo de mi aliento". Y él dijo: "Lo hice detrás de la chimenea vieja, detrás de la casa". Y él dijo: "Yo nunca olvidaré cuando mi mamá me encontró y me dijo: ‘Hijo, déjame oler tu aliento'. Y yo soplé mi aliento en su rostro, y ella dijo: ‘Tú has comido café para quitarte algo de tu aliento. ¿Qué has estado haciendo? ¿Has estado fumando cigarrillos?'"

Y él dijo: "Algo me dijo que le dijera la verdad". El dijo: "Pero yo dije: ‘No, mamá. Yo juro que no he estado fumando cigarrillos'". El dijo: "Y desde ese entonces, eso lo empezó".

Todos podemos encontrar algo que–que empezó en una cierta ocasión. Y desde ese entonces en adelante, las cosas cambiaron. Y hay otras cosas dignas de las cuales pudiéramos pensar. Los hombres con buenas intenciones han tratado de empezar cosas de nuevo, de hacer cosas en ciertas ocasiones.

Por ejemplo, cuando la electricidad primero–primero fue encontrada por Benjamín Franklin, y ellos fueron capaces de conquistarla, ellos empezaron a decir: "Desde este momento en adelante, nunca habrá más guerras. Porque esta electricidad pudiera ponerse en las cercas, con un voltaje tan alto, al grado que ningún hombre pudiera cruzarla". Ellos tuvieron buenas intenciones.

E inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, cuando–cuando Kaiser Wilhelm firmó el tratado de paz, se nos dijo aquí en América... yo era un niño como de nueve años de edad, pero yo puedo recordar a toda la gente diciendo: "Nunca tendremos otra guerra. Desde este momento en adelante, queda establecido para siempre". Pero tuvimos otra guerra.

Y cuando la gran O.N.U.... O yo diría que antes de eso, ellos formaron lo que se llamaba la Liga de las Naciones. Y ellos dijeron: "Ya no tendremos ahora más guerras, porque tenemos una Liga de las Naciones que patrullará el mundo. Y si hay una sublevación en alguna parte, estos hombres de cada nación irán allá y patrullarán el mundo". Pero eso fue una falla. Ellos siguieron adelante teniendo guerras. Y con la O.N.U., llegará a ser la misma cosa.

Se nos dijo hoy por una predicción, que mañana en la noche, o mejor dicho, el domingo en la noche... El mismo hombre que predijo de Pearl Harbor (hasta el momento exacto en el que los–los aeroplanos la bombardearían), dijo que "el domingo en la noche a las doce en punto, el setenta y cinco por ciento de la gente americana llegará a cenizas, pues Rusia bombardeará a los Estados Unidos, este próximo domingo en la noche a las doce en punto". El mismo hombre que predijo de Pearl Harbor. Ellos no lo están publicando, porque la gente se pondría frenética. Yo no lo creo. ¿Ven? No. Porque no puede soportar una guerra atómica. Si una de ellas pasara la barrera del sonido en esta dirección, nosotros les arrojaríamos en esa dirección, y el mundo se despedazaría. Algo todavía tiene que suceder, antes que Jesús venga. Correcto.

Tomemos por ejemplo la pareja joven casada. Hubo una cierta ocasión en la que se casaron. Y ellos–ellos se unieron en sus votos. Y juramentaron uno al otro su lealtad. Y ellos dijeron: "Nos amaremos, honraremos, y nos cuidaremos uno al otro, mientras ambos vivamos". Pero llegó una ocasión en la cual algo sucedió.

En todas estas cosas, hay–hay una ocasión cuando algo sucede. Y quizás todos sus votos, y todas las ligas de las naciones, y demás, quizás tenían buenas intenciones, pero todas ellas llegan a un fin. Todo se desmorona bajo el–el–el pie del hombre. Con todas las buenas intenciones que pudiéramos tener, pero todo debe llegar a un fin.

Pero sí hay una ocasión en la cual el hombre puede llegar a algo que es Eterno. Eso es cuando un hombre... la ocasión en la cual el hombre se encuentra con Dios. Eso es cuando algo sucede que es Eterno.

Hacemos nuestros errores. Y hacemos nuestros votos en la noche del Año Nuevo, únicamente para romperlos al día siguiente. Volteamos páginas nuevas, y nos asignamos votos. Y vamos a los sacerdotes y (nosotros no, pero los Católicos sí)... y hacen confesiones y firman promesas. Y vamos al altar y volteamos páginas nuevas, pero todo en vano. Pues a la siguiente ocasión que alguien nos molesta o algo, ese mal genio surge otra vez. Cada vez que nos metemos en problemas o algo, sucederá otra vez.

Pero hay un lugar en donde un hombre puede venir en una ocasión, que lo cambiará para siempre, por la Eternidad. "El que a Mí viene, no le echo fuera", dijo Jesús. Un hombre puede venir a Dios, y toda su destinación Eterna es cambiada. Y un hombre puede encontrarse con Dios, y nunca más puede ser el mismo. Ud. no puede encontrarse con Dios y permanecer la misma persona que era. Si Ud. lo rechaza a El, será una persona peor que jamás Ud. haya sido. Si Ud. lo recibe a El, Ud. tiene Vida Eterna, y El lo resucitará en el postrero día, por Su promesa.

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