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No Temáis Yo Soy MP3 - William Marrion Branham

60-0720

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Ahora, esto lo asombró a él. El no sabía qué decir en ese momento. El se preguntaba cómo El sabía quién era él. El dijo: “Rabí...” Lo cual la palabra Rabí significa: “Un maestro, un maestro hebreo”. “Rabí, ¿cuando me conociste? Pues mira, Tú me estás diciendo que yo soy un israelita”. Ahora, no era porque él estaba vestido como un israelita, pues toda la gente del este... El podía haber sido un árabe, o él podía haber sido un griego. Todos ellos se visten con manto y turbante, y de la manera que visten en el este. El pudiera haber pertenecido a una de las muchas diferentes clases de gente que había en ese entonces en el país oriental. Pero no era su vestidura; no era su color. Todos ellos son de color bronceado oscuro. Y así que El dijo: “Tú eres un israelita, en quien no hay engaño”, una directa, y segura señal del Mesías. ¿Ven? “Tú eres un israelita, en quien no hay engaño”. El dijo: “Rabí (en otras palabras: ‘Maestro, reverendo’, como diríamos hoy), ¿cómo me conociste?” Y El dijo: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. ¡Qué ojos!, quince millas [24 km.–Trad.], circundando las montañas el día anterior. “Cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Y dijo: “Yo me postré ante El y dije: ‘Rabí, Tú eres el Hijo de Dios; Tú eres el Rey de Israel’”. El lo supo. El lo supo, porque él vio la señal Mesiánica en El.

Entonces, ha de haber sido después que él terminó, que fue el buenazo de Andrés, sentado al lado del apóstol Pedro, a quien le tocaba testificar. Ha de haber sido él que dijo: “Bueno, hermanos, permítanme hablar por todos. ¿No estábamos todos nosotros completamente convencidos cuando El iba rumbo a Jericó desde Jerusalén? Y ese es un camino directo bajando la montaña a Jericó. Pero esa mañana El dijo: ‘Yo tengo necesidad de pasar por Samaria’. Eso está arriba en la montaña. ¿Por qué tendría El que ir, yendo a Jericó, pasar por Samaria? ¿Recuerdan Uds. cuán extraños nos sentimos todos ese día? Pero estábamos... Cada uno de nosotros teníamos temor de decirle algo a El, porque sabíamos que Dios estaba en El, y Dios lo estaba guiando, y nosotros no... nosotros–nosotros sencillamente no quisimos decir nada al respecto, porque era Dios que lo estaba guiando”. El dijo: “El fue... Nosotros llegamos con El a los alrededores de Samaria, y Uds. recuerdan cómo esas viejas piedras... Y El se cansó tanto yendo allá, que se sentó al lado del pozo y nos envió allá a la ciudad a comprar alimento. El se sentó al lado del pozo público. No había ni siquiera algo allí con lo cual sacarle a El agua para beber. Hubiéramos querido que se refrescara, dándole de beber, y lavándole Sus pies. Pero El dijo: ‘Hermanos, vayan allá y compren algunos alimentos, y Yo esperaré aquí’”; era como un pequeño panorama en donde estaba el pozo. Era un–un pozo público para la ciudad.

“Y mientras estábamos ausentes... Ellos no nos vendieron alimento, así que nos regresamos al pozo. Y Uds. recuerdan que oímos que algo estaba sucediendo cuando regresamos. Y nos agachamos en los matorrales allí para escuchar, oír lo que se estaba diciendo. Y allí estaba una–una mujer hermosa, que nosotros pensamos que sería una mujer de apariencia muy piadosa. Ella era bonita, su cabello, su cara, y era muy joven. Y ella estaba hablando con El. “Y nosotros lo oímos decirle a ella: ‘Mujer, dame de beber’”. “Y ella dijo: ‘Señor, no es costumbre que Tú siendo judío le pidas a una samaritana tal cosa. Yo soy una mujer de Samaria; por lo tanto, no tenemos tratos uno con el otro. (Una gran segregación). Nosotros no tenemos tratos’”. “Y escuchen lo que El dijo: ‘Si tú supieras quién es el que está hablando contigo, tú me pedirías a Mí de beber. Y Yo te daría agua, que tú no tendrías que venir aquí para sacarla’”. “Ella dijo: ‘El pozo es hondo; Tú no tienes con qué sacarla’”. “Y a medida que ellos continuaban con su conversación tocante a la adoración en el monte y demás, entonces oímos a nuestro Señor decir: ‘Ve, llama a tu marido y ven acá’”. “Y ella volteó y dijo: ‘No tengo marido’”.

“Entonces pensamos: ‘¿Qué es esto? ¿Ha cometido nuestro Maestro un error? Cuando esa mujer dijo que–que ella no tenía marido. Tantas veces que lo hemos visto a El hacer esa señal Mesiánica, y luego lo vemos a El aquí pararse con una nueva clase de gente, los samaritanos, y sin embargo, aquí, en la primera ocasión, El falló’”. “Ella dijo: ‘No tengo marido’”. “Y entonces El dijo: ‘Verdaderamente, has dicho la verdad, porque tú has tenido cinco maridos, y con el que ahora estás viviendo, no es tu marido’”. El no comete errores. “Entonces ella le dijo a El: ‘Señor, me parece que Tú eres profeta’”. ¡Lo que sabía esa mujer!, cuando allá sólo unos cuantos días antes, cuando El había hecho la misma cosa, la gente de la iglesia lo llamó a El un demonio, un espiritista, un Beelzebú, dijo que El estaba leyendo los pensamientos de la mente de la gente, que era telepatía o algo de esa índole. Dijo: “El es Beelzebú haciendo eso”. Jesús dijo: “Tú hablas eso contra Mí, y Yo te perdono. Pero (en otras palabras), un día el Espíritu Santo va a venir para dar testimonio de Mí. Y cuando El venga y haga la misma cosa, el hablar una palabra contra El, nunca te será perdonado en este siglo ni en el venidero”. Así tan serio sería.

Y ella dijo: “Señor, me parece que Tú eres profeta”. Ahora, escuchen a esta mujer. “Nosotros sabemos (nosotros los samaritanos), nosotros sabemos que el Mesías viene. Y cuando el Mesías venga, El hará estas cosas. El nos declarará estas cosas. Esa será la señal del Mesías, cuando El venga. Así que Tú has de ser Su profeta”. En otras palabras, ella dijo la misma cosa que el resto de ellos dijeron. “Cuando venga el Mesías, el Mesías será un profeta, un Dios-Profeta. El será más que un profeta, pero El mostrará la señal Mesiánica como profeta”. Ellos no habían tenido profetas por cuatrocientos y algo de años desde Malaquías, uno de los profetas menores. Y dijo: “Pero cuando venga el Mesías, El será un profeta como Moisés, un gran profeta, que sabrá cosas de antemano y dirá cosas y nos dirá lo que somos y lo que hemos hecho. El será esa clase de hombre. Yo sé que cuando el Mesías venga, El nos declarará estas cosas. Pero, ¿quién eres Tú?” Jesús dijo: “Yo soy, el que habla contigo”.

Ahora, algunas veces yo he oído... Un infiel dijo no hace mucho: “En ningún lugar en la Escritura dijo Jesús alguna vez que El era el Cristo”. ¿Qué de ésa, y también de las otras? El dijo: “Yo soy, el que habla contigo”. Y en esto, ella bajó su cántaro... lo bajó, dejó su cántaro de agua y entró corriendo en la ciudad, y dijo: “Venid, ved un Hombre que me ha dicho lo que he hecho. ¿No es éste el mismísimo Mesías?” Y la Biblia dice que esa ciudad creyó que El era el Mesías debido al testimonio de la mujer. Ahora, si esa fue la señal del Mesías ayer, y El es el mismo ayer, hoy, y por los siglos, esa será la señal del Mesías hoy (¿es correcto eso?), si El es el mismo. Ahora, detengámonos sólo un momento.

Miren: hay tres clases de gente en la tierra, si la Biblia está correcta. Y Dios me perdone por esa palabra sacrílega de: “si”. La Biblia está correcta. Y todos nosotros provenimos de los hijos de Cam, Sem, y Jafet. Esos eran los tres hijos de Noé, después del diluvio cuando el mundo fue destruido. Nosotros–nosotros provenimos de esas tres clases de gente. Miren, esos eran el judío, el gentil, y el samaritano. ¿Se fijaron que a Pedro le fueron dadas en Mateo (creo que el capítulo 16), las llaves del Reino del Cielo? Y en el Día de Pentecostés él lo abrió al judío. Felipe fue allá y predicó a esos samaritanos, y sin embargo el Espíritu Santo no cayó sobre ninguno de ellos, no obstante que él tenía el Espíritu Santo. Ellos enviaron a Juan y a Pedro para que fueran allá; pusieron manos sobre ellos, y ellos recibieron el Espíritu Santo. Correcto. ¿Ven? Aunque el hombre estaba lleno con el Espíritu Santo, sin embargo Pedro era el que tenía las llaves. Y esa era otra nacionalidad de gente, los samaritanos.

Y luego en la casa de Cornelio, ellos... Cornelio había visto una visión y ellos... El Angel le dijo que fuera allá adonde Simón el curtidor e inquiriera por uno llamado Simón. Y él fue allá y le dijo las cosas del Señor. Y mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre ellos. Pero si Uds. se fijan, de allí en adelante, Pablo, y cualquiera del resto de ellos, pusieron manos sobre ellos y demás, y ellos recibían el Espíritu Santo. Pero allí estaban esas tres clases de gente otra vez: la gente de Cam, Sem, y Jafet: judíos, gentiles, y samaritanos. Ahora, fíjense. Cuando vino Jesús, El hizo esa señal, como la señal Mesiánica, ante los judíos. Ahora, los gentiles, nosotros, los anglosajones, no estábamos esperando a ningún Mesías. El únicamente viene a esos que lo están esperando a El. El únicamente sanará en esta noche a aquellos que creen que van a ser sanados. El únicamente salvará a aquellos que tienen la fe suficiente para ser salvados. El únicamente llenará con el Espíritu a aquellos que están esperando el Espíritu Santo. Cuando El venga a la tierra otra vez, El vendrá por aquellos que están esperando que El venga, esperando que El venga, y preparados para que El venga. El vendrá a Su Iglesia.

Ahora, nosotros anglosajones, gentiles, nosotros no estábamos esperando que El viniera. Pero había dos clases que estaban esperando que El viniera. Esos eran los judíos y los samaritanos. Y Uds. escudriñen las Escrituras minuciosamente, y Uds. nunca encontrarán un solo lugar en donde Jesús alguna vez hizo esa señal Mesiánica a un gentil, ni una sola vez. Porque los gentiles no lo estaban esperando a El. Pero El dijo: “En los últimos días cuando venga el Espíritu Santo, El la hará”. Los–los gentiles no habían sido enseñados sobre la religión de Jehová. Ellos no estaban esperando tal cosa. A ellos no se les había enseñado enseñanza Bíblica. Nosotros éramos paganos que adorábamos ídolos; éramos romanos y griegos y demás, que teníamos dioses y diosas, cargando un garrote en nuestras espaldas, y demás: ¡paganos! Pero los judíos y los samaritanos estaban esperando un Mesías. Y cuando vino el Mesías, El les mostró la señal del Dios-Profeta, como lo que El era, el Mesías. Ahora, El dijo: “En la Venida de los últimos días...” Ahora, escuchen atentamente. El dijo: “Como fue en los días de Sodoma, así será en la Venida del Hijo del Hombre”. Ahora, justo antes de eso, El dijo: “Como fue en los días de Noé...” Ahora, fíjense: en el tiempo de Noé, llovió. El dijo: “Ellos estaban comiendo, bebiendo, casándose y dándose en casamiento”. Eso era lo inmoral, porque en Sodoma ellos habían llegado más allá de eso. ¿Ven? El dijo: “En los días de Noé, antes del diluvio, ellos estaban comiendo, bebiendo, casándose y dándose en casamiento”.

Pero entonces cuando El llegó a los días de Sodoma, El no mencionó una sola cosa tocante a eso. ¿Ven? Oh, Dios está lleno de sabiduría. Jesús le dio gracias al Padre porque El lo había escondido de los ojos del sabio y del prudente. Ud. no lo puede encontrar por medio de investigarlo. Dios es una revelación. Fue una revelación en el principio. ¿Quién le dijo a Abel que él debería ofrecer un cordero en lugar del fruto que ofreció Caín? Cuando Jesús le preguntó a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Y “uno dice que Tú eres Moisés. Y otro dice que Tú eres Elías, o uno de los profetas”. El dijo: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?” Pedro dijo: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente!” El dijo: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en el Cielo te lo ha revelado a ti. Y sobre esta Roca Yo edificaré Mi Iglesia; y las puertas del Hades no pueden prevalecer contra Ella”. Es una revelación espiritual de quién es Jesucristo. “Sobre esta Roca”, Dios revelando; no por medio de aprender una palabra, ni por medio de un credo, sino por una revelación espiritual, que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios que le es revelado a Ud. por el Espíritu Santo.

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