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60-0717

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
¡Oh!, estoy tan contento que Dios reunirá a Su pueblo en el atardecer, ¿no lo están Uds.? Y es cuando la Novia va a ser llamada. ¿Sabían Uds. eso? ¡En el atardecer! Así fue cuando Rebeca e Isaac se encontraron, en el atardecer. Y a medida que las aves empezaban a reunirse, los hermanos dejaron de remar. Y cuando ellos lo hicieron, Simón dijo: “Andrés continuaba diciéndome: ‘Vamos, Simón. Ve, y ve a ese Profeta galileo. El te hará creer en Dios’. ¡Ah!, le dije a Andrés: ‘Andrés, tú te has de haber ido al otro extremo. No hay tal cosa como un profeta en nuestros días’. ‘¡Pero sí hay!’, él dijo: ‘¡Sí hay! Deberías ir’. Un día él me persuadió que fuera. Así que finalmente fui, y recordé lo que mi padre me había dicho. Ahora, mi padre era un fariseo estricto, muy estricto en nuestra religión. Y él me enseñó bien en la Biblia”. “Y puedo recordar la lección, un día, sentado en un tronco viejo, o mejor dicho, al fin de la barca, después de que habíamos trabajado todo el día. El se estaba haciendo viejo y canoso. Y él me sentó en su regazo (y yo sólo era un niño), y él dijo: ‘Simón, hijo mío, tu padre te ha criado para que creas en Dios. Yo he tratado de vivir la vida estricta de nuestra religión, como un fariseo. Y quiero que tú crezcas para servir a Dios y le creas. Yo he esperado todos mis días, Simón, hijo mío, para ver venir al Mesías. Yo sé cómo se mirará. Yo sé lo que El será cuando El venga. Y yo veo... yo no creo que seré capaz de verlo a El’”.

Y Simón pudiera haber hecho una pausa aquí, y decir: “Yo veo a mi anciano padre peinarse para atrás con su mano su cabello que caía sobre sus ojos, con su barba y cabello canoso. Habíamos pescado aquí juntos en el mar de Galilea, toda nuestra vida. Y él dijo: ‘Simón, hijo mío, pueda que tú vivas para ver al Mesías. Y cuando El venga, El será un Rechazado. Oh, El no tendrá muchos seguidores que lo sigan. Pero El llamará a los elegidos de Dios. El los llamará. Y Simón, yo oré tanto que criara a un hijo que estaría entre los elegidos de Dios. Mira, Simón, cuando venga el Mesías, yo quiero que recuerdes que El será criticado. Le harán burla. Pero esta es la señal por la cual tú sabrás que El es el Mesías: El será un Dios-Profeta, porque Moisés, el gran profeta que seguimos, dijo que el Señor vuestro Dios levantaría a un profeta como él. Ahora, El será un profeta como Moisés, pero mucho más grande que Moisés. ¿Ves? El será un Profeta, Rey, Sacerdote, Dador de la ley. El será Dios en carne. Pero El hará la señal del profeta, y de esa manera tú sabrás que El es el Correcto. ¿Ves?’”

Y él dijo: “Entonces cuando me encaminaba hacia ese Jesús de Nazaret, yo pensaba: ‘Yo iré y veré si es un falso. Yo no creo lo que Andrés me está diciendo. Creo que él solamente fue atrapado en alguna emoción’. Pero cuando salí de mi barca, él me dijo que El estaba allá en la ribera. Y fui allá y me senté en un tronco, esperando oír a ese galileo hablar. Y mientras El estaba hablando, El volteó y me miró. Y cuando El me miró, yo sabía que El era diferente a los otros hombres. (Sólo deje que El lo mire una vez). Yo sabía que había algo tocante a El. Cuando lo oí a El hablar, no habló como un hombre ordinario. El no habló como un fariseo. El no habló como un sacerdote. El habló como un hombre que sabía de lo que El estaba hablando. Y ciertamente El estaba convencido de lo que El decía. Y cuando El terminó Su predicación, yo me había parado mirándolo a El en asombro. Y El volteó y me miró, y me dijo... me llamó por mi nombre. Dijo: ‘Tu nombre es Simón’. No únicamente eso, sino que El sabía el nombre de mi piadoso y anciano padre que había partido. Dijo: ‘Tú eres el hijo de Jonás’”.

Dijo: “Hermanos, eso es lo que me convenció que El era el Mesías, el Profeta-Dios, Dios-Profeta. Yo sabía que ese era el Mesías, porque El no tenía ninguna manera de conocerme, y sin embargo me llamó por mi nombre; y mi padre me dijo que buscara eso. No únicamente eso, sino que El me dio a saber que mi padre me había dicho tal cosa. Yo nunca puedo olvidar, hermanos, esos ojos, cómo me penetraron cuando me miraron. Y El dijo: ‘Tu nombre es Simón. Y el nombre de tu padre es Jonás’”. El dijo: “Fue en ese momento que yo fui convencido que El era el Mesías de Dios”. Quisiera que nosotros fuéramos así de sencillos esta tarde. Quisiera que el mundo reconociera eso. “Yo sabía que El era el Mesías”.

Luego ha de haber sido Felipe, como en el centro de la barca, que dijo: “Hermanos, yo quiero contar del Hermano Natanael, sentado allá en el otro remo. Cuando fui a buscarlo, yo estaba convencido, y yo le oí a El llamar a Simón y saber que su nombre era Simón y sabía que el nombre de su padre era Andrés, o mejor dicho, sabía que el nombre de su padre era Jonás”. Y dijo: “Yo estaba convencido. Así que quería encontrar a este Hermano Natanael aquí, porque yo sabía que él era un buen hombre. Y cuando fui allá para decirle que viniera y viera a quién habíamos encontrado, a Jesús de Nazaret, el Hijo de José, él dijo: ‘¿Pudiera salir algo bueno de Nazaret?’ Y yo dije: ‘Ven y ve’”. Ahora, es una cosa buena hacer eso: ven, ve por ti mismo. “Y en la trayectoria del camino, ¿recuerdas que decías, Hermano Natanael...? Cómo hablamos, y te dije de cuando tú compraste pescado de ese pescador que ni siquiera podía firmar el recibo, tan ignorante que ni podía firmar su propio nombre”. Y sin embargo, él fue hecho la cabeza de la Iglesia, y se le dio las llaves del infierno y de la muerte... no, fueron las llaves del Reino. Perdónenme. Jesús resucitó con las llaves del infierno y de la muerte; pero a él se le dieron las llaves del Reino. Miren....

“Sí”, él dijo: “Me recuerdo de él”. “Bueno, El le dijo a él que su nombre era Simón y el nombre de su padre era Jonás. Mira: tú eres un hombre sabio en las Escrituras. ¿Qué no debía ser el Mesías ese tipo de Persona?” “Sí. Sí. Eso es correcto”. “No me sorprendería si El no te dijera quién eres tú antes que te vayas de ese lugar”. “Bueno, creo que tendré que verlo”. “Y entonces cuando el Hermano Natanael llegó ente la Presencia de nuestro Señor, El le dijo: ‘He aquí un israelita en quien no hay engaño’, y eso lo sorprendió mucho a él”. Y entonces Natanael dijo: “Sí, yo estaba sorprendido. Y yo le dije: ‘Rabí, ¿cuándo me viste?’ Y El dijo: ‘Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi’”. El dijo: “Yo estaba completamente convencido que ese era el Mesías. Y me postré sobre mi rostro delante de ese Hombre y dije: ‘Tú eres el Hijo de Dios; Tú eres el Rey de Israel’. Yo estaba convencido, hermanos”.

Andrés, el hermano de Pedro, entonces dijo: “Pero, hermanos, todos nosotros, ese día, como Uds. saben, cuando El iba rumbo a Jericó, directamente a Jericó, desde Jerusalén. Pero El tuvo necesidad de pasar por Samaria, circundando la montaña. Dijo que el Padre lo había enviado a Samaria. Y cuando llegamos allá, ¿recuerdan Uds. cuán adoloridos estaban Sus pies? Y El estaba cansado y agotado. Y ni siquiera entró a la ciudad. El se sentó allí al lado del pozo. Y cuando nosotros regresamos... Y ellos no nos permitieron comprar alimentos, Uds. recuerdan. Así que nos regresamos al pozo en donde ellos estaban. Y cuando llegamos allí, vimos a una mujer que venía. Y pensamos que nos detendríamos y veríamos lo que haría esa mujer. Y sabíamos que ella estaba marcada como una mujer de mala fama. Y cuando ella estaba bajando su cántaro en el pozo, oímos la conversación de ellos. Y vimos a nuestro Señor parado allí con esa mujer, y vimos ese cabello caer sobre su rostro al sorprenderse ella, cuando El le dijo: ‘Ve, llama a tu marido y ven acá’. Ella dijo: ‘Señor, no tengo marido’. Entonces nos imaginamos: ‘¡Oh, oh, esto es un descarrío! Algo ha sucedido ahora’”.

Quizás como pensó nuestra hermanita, que estaba sentada ahí hace un rato con el bebé. “¡Esto es un descarrío! Algo sucedió ahora”. Porque El le dijo a ella que llamara a su marido, y ella dijo que no tenía marido. Y espero que la damita esté en un lugar en donde pueda oír. Muy bien. Ella está... “Eso ha de haber sido un descarrío”. Y así que él dijo: “Bueno, todos nosotros nos quedamos detrás de los matorrales para escuchar lo que El iba a decir. Y dijo: ‘Bueno, yo no tengo marido’. El dijo: ‘Bien has dicho, porque has tenido cinco, y con el que ahora tú estás viviendo, no es tu marido’. ¡Cómo la cambió eso a ella! En un momento, el cabello le cayó hacia abajo, brillaron sus grandes y hermosos ojos, las lágrimas le rodaron por sus mejillas. Ella dijo: ‘Señor, me parece que Tú eres profeta. Sabemos que el Mesías viene. Y cuando el Mesías venga, El nos declarará estas cosas’. Y estábamos sorprendidos nosotros de que los samaritanos ignorantes estuvieran buscando una señal del Mesías, y que conocieran la verdadera señal Mesiánica. ‘Sabemos que cuando el Mesías venga...’ Esa gente que no nos dio alimentos allá, pensar que esa gente estaba instruida lo bastante bien como para saber que cuando el Mesías viniera, El daría una señal Mesiánica”.

“Sí”, dijo: “Estábamos todos sorprendidos, ¿recuerdan? Y ella dijo: ‘Señor, me parece que Tú eres profeta’. Y estábamos comparando lo que el predicador dijo tocante a El, y lo que esa mujer dijo tocante a El; era una mujer de mala fama, sin embargo sabía más tocante a las Escrituras que lo que sabían algunos de esos sacerdotes. Ellos sólo tenían un solo camino en el que podían viajar. Esa mujer lo aprendió de una concepción Divina del Espíritu”. Dijo: “¿Cómo pudo ella haberlo sabido? Ella dijo: ‘Yo sé que cuando el Mesías venga, El nos declarará estas cosas. Pero, ¿quién eres Tú?’ El dijo: ‘Yo soy, el que habla contigo’. Ahora, todos estábamos conscientes para entonces que Ese era el Mesías. Estábamos convencidos. Las Escrituras habían dado testimonio de Su ministerio, que El era el Mesías”.

Hermanos, hermanas, ¿no ven Uds. el Espíritu Santo hoy? El Espíritu Santo nunca cesó de caer, desde que cayó en Pentecostés. No permitan que nadie les diga a Uds. que el Espíritu Santo sólo es para allá en el pasado. Alguien tratando de decirles a Uds. que todo este alboroto que Uds. han tenido aquí por cincuenta años... Los Pentecostales ya tienen cincuenta años. Hace dos años, prediqué el–el sermón del jubileo en el Templo Angelus, para la celebración de los cincuenta años del inicio de los Pentecostales. Ahora, han cumplido cincuenta años. Sus madres tenían el Espíritu Santo.

Y escuchen. Como David duPlessis una vez dijo, Dios no tiene nietos. Correcto. Estamos obteniendo muchos nietos en los Pentecostales. Correcto. Dios no tiene un nieto. En ninguna parte en la Biblia dice que Dios tiene un nieto. Dios tiene hijos e hijas, pero no nietos. Ahora, ¿qué es? Miren, en el primer avivamiento Metodista, ellos eran hijos e hijas de Dios. Luego sus... Ellos, los hermanos de antaño, trajeron a sus hijos y sólo los pusieron en la iglesia Metodista. Eso es exactamente lo que hicieron los Pentecostales. Yo fui a una de las grandes iglesias Pentecostales no hace mucho tiempo, francamente, hace como unos tres meses, fui invitado allá. Y ellos sabían que yo predico santidad. Y cada una de sus mujeres, casi todas en la iglesia, estaban usando maquillaje, y sus hombres con cortes de pelo flat top [cabello muy corto arriba y abultado en los lados–Trad.], y... Allá... Y tan pronto que terminó la escuela dominical, cada uno se salió de esa iglesia y se fue de allí. Ellos sabían que los iba a “despellejar”, así que no se quedaron. Eso es todo. No se querían quedar y recibirlo. Eso no ayudó nada, porque ellos van a tener que enfrentarlo en el Día de Juicio. Más les vale que se enfrenten ahorita, y lo arreglen cuando hay misericordia. Pero allí, eso es en donde los Pentecostales....

¿Qué es? ¡Los hermanos de antaño que solían orar toda la noche!, ¡los hermanos de antaño que tenían una salvación verdaderamente genuina! Ellos entraron en la dispensación de los Pentecostales. Ellos recibieron el Espíritu Santo. Ellos trajeron a sus hijos y los pusieron allí en los registros. Y cuando menos se pensó, teníamos nietos en los Pentecostales. Pero Dios no tiene nietos. Todos ellos, cada uno, son nacidos en Su Reino como hijos e hijas de Dios (¡amén!), hijos e hijas. No nietos; Dios no tiene ninguno. Todos son hijos e hijas. Esa es la razón que hoy en día, el Mensaje ciega tanto a la gente: es porque no están acostumbrados a ver lo sobrenatural. Necesitamos el poder de Dios. Necesitamos regresar al verdadero Pentecostés. Como Billy Graham dijo recientemente, uno no puede ignorar a la iglesia Pentecostal, porque es la iglesia que está creciendo más rápidamente en el mundo hoy.

La revista de la iglesia Católica, el Visitante dominical, dijo el año pasado que la iglesia Pentecostal registró un millón, quinientos mil convertidos en un solo año, cuando la iglesia Católica por sí misma nunca registró la mitad de eso. Uno no la puede ignorar. Con todos los grandes ministros por toda la nación, la iglesia Pentecostal todavía está tomando la delantera. ¿Por qué? Uno no la puede detener. ¡Correcto! Dios la ordenó, y ella sigue adelante. Pero cuando ella llegue al punto en que esté trayendo nietos, y esté adoptando, y prefiriendo las cosas del mundo, Dios se saldrá de allí. Habrá otro grupo que lo recibirá y continuará adelante. Correcto. Así que, regrese al frente de la batalla, hermano. Quédese bajo la unción. Que nada lo moleste. Ahora, regresemos a esas señales.

Hoy, cuando estamos viviendo en el último día, cuando vemos que la coronación de la pirámide, la Piedra de la pirámide que fue rechazada... Ellos nunca se dieron cuenta por qué la–la piedra del ángulo fue rechazada en el templo. Pero ellos no pueden encontrar una piedra que encaje. Pero ahora, mientras ella empieza a subir hacia arriba, cada una de esas piedras subiendo desde Lutero, los Metodistas, los Pentecostales, entonces la Iglesia tendrá que estar en un lugar tal, que cuando venga la Piedra Principal, encajará correctamente juntura con juntura con Ella, como yo dije anoche sobre el pacto. La Iglesia tendrá que tener el Espíritu de Dios tanto en Ella, al grado que ese Espíritu estará haciendo las mismas obras que Jesucristo hizo aquí en la tierra, el Espíritu Santo teniendo completo control antes que esa mujer, la Iglesia, la Novia, pueda unirse con su Esposo. Los nietos nunca verán eso. Ellos sólo dicen: “¡Yo soy Pentecostal! Eso es todo”, y siguen adelante.

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