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La Manera Provista Por Dios William Marrion Branham

La Manera Provista Por Dios MP3 - William Marrion Branham

60-0709

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
¿Saben Uds.?, el diablo nunca creyó que El era Divino; él siempre pensó que El sólo era un hombre. El mundo religioso pensó que El era un impostor, un Beelzebú, un adivinador. Ellos lo llamaron eso. ¡Pero El era Dios! ¡Oh, hay una Fuente llena con Sangre, Que emana de las venas de Emanuel! En donde los pecadores sumergiéndose bajo el raudal, Pierden todas sus manchas de culpa. El ladrón al morir se regocijó al ver Esa Fuente en su día, Que yo allí, aunque vil como él, Lave todos mis pecados. Desde que por fe yo vi ese torrente Que Tus fluyentes heridas suplieron, Amor redentivo ha sido mi tema, Y será hasta que muera. Entonces en una alabanza más sublime y dulce, Yo cantaré de Tu poder para salvar, Cuando esta pobre lengua tartamuda, ceceante, Yazca silente en el sepulcro.

¡Oh, Cordero de Dios! Ahí va El. El diablo con su aguijón de fuera; y ahí viene él, alrededor, zumbando alrededor de El. El pensó: “Yo enterraré mi aguijón dentro de El, y eso lo matará; eso terminará con El”. Y después de un rato, él era... decidió que El no era más que un hombre, porque habían hecho burla de El. Ellos pusieron un trapo sobre Su rostro para demostrar Su discernimiento. Ellos pusieron un trapo sobre Su rostro y dijeron... lo golpearon en la cabeza con un palo. Dijeron: “Dinos ahora. Tú eres un profeta; ¡dinos quién te golpeó! ¡Dinos quién te golpeó! Te creeremos ahora; te creeremos si Tú nos dices quién te golpeó”. Dios no es “payaso” de nadie. El debía hacer la voluntad del Padre. 73 Y cuando ellos dijeron: “Si eres el Hijo de Dios, manda estas piedras que se conviertan en pan”. Obsérvenlo, el mismo diablo en esta noche: “Si esto es sanidad Divina, sana a este”. ¿Ven a ese mismo diablo?” “Si eres el Hijo de Dios....” Ahí vino esa abeja (muerte), ese último gran enemigo del hombre, zumbando alrededor de El: “Yo enterraré mi aguijón en El, y eso lo terminará”. Pero hermano, cuando él enterró su aguijón en esa carne, Ese era más que un hombre. Si una abeja alguna vez entierra su aguijón... Cualquier insecto que pincha lo–lo suficiente hondo, cuando se va, ya no tiene su aguijón; le saca el aguijón de él. Y cuando esa abeja de muerte enterró su aguijón en la carne de Dios, allá en el Calvario, ¡le sacó el aguijón de ella! ¡Aleluya!

Con razón Pablo podía pararse y decir: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” Cuando le iban a cortar su cabeza, él dijo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. El dijo: “Yo no vine a vosotros con palabras, palabras persuasivas y sabiduría de hombres, para que vuestra fe estuviera edificada en la sabiduría del hombre, sino que yo vine a vosotros en el poder y demostración del Espíritu Santo”. ¡Ese gran apóstol Pablo! “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” Ella puede zumbar alrededor de un Cristiano. Ella puede hacer toda clase de burlas, y decir: “Ahora te tengo. Tú tienes cáncer; tú tienes un tumor; tú tienes esto; tú tienes eso. Ahora te tengo”. Pero déjeme decirle, hermano, ella no tiene aguijón. Ella tiene un zumbido, pero no tiene un aguijón. “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”

Mas gracias sean dadas a Dios quien hizo el sacrificio, la propiciación de ello, desde el principio en el huerto del Edén, que por medio de la simiente de la mujer, por medio del Hijo de Dios, El quitaría el aguijón a la muerte, y nos daría la victoria sobre el sepulcro. ¡Aleluya! Es el acercamiento Divino de Dios, es el acercamiento apropiado de Dios para tener compañerismo con El. Yo digo esta sola cosa para terminar: hay una enorme puerta negra puesta delante de cada uno de nosotros, que es llamada muerte. Y cada vez que nuestro corazón late, estamos un latido más cerca a esa puerta. Y yo sé que el mío también está latiendo allí. Un día va a dar su último latido, y yo voy a entrar. Pero cuando entre, yo no quiero ser como un cobarde. Yo quiero arroparme en el manto de Su justicia, sabiendo esto: que lo conozco en el poder de Su resurrección, que cuando El llame, yo saldré de entre los muertos en ese día, lavado en la Sangre del Cordero, parado... “Nada en mis brazos yo traigo, simplemente a Tu cruz me aferro”.

Yo no tengo nada que le pudiera ofrecer a Dios. Yo sólo estoy pidiendo misericordia y gracia Divina. Por medio de la Sangre de Jesucristo, yo humildemente acepto mi perdón, que Jesús murió en mi lugar, El fue antes que yo, y yo reconozco la Sangre, reconozco que El entró allá en la Presencia del Padre para sentarse en Su trono, tomando Su propia Sangre, y abriendo un camino para Uds. y para mí, para acercarnos a El. Yo no me avergüenzo de este Evangelio de Jesucristo, pues es poder de Dios para salvación, mientras camino en el mundo derramando la Sangre, y reclamando el poder, que Jesucristo, el Resucitado, el Viviente, es sencillamente el mismo hoy como El lo era ayer, y será para siempre. ¿Lo creen Uds.? [La congregación dice: “Amén”–Ed.]. ¿Cuál es el acercamiento de Dios para el compañerismo? Es por medio de la Sangre. Oremos. Con sus rostros inclinados y sus ojos cerrados... Yo no sé cuán cerca de Uds. está la muerte, pero, ¿lo conocen Uds. a El? No conocer Su Palabra, no conocer Su credo, no conocer Su Iglesia, o conocer a Su pueblo, pero, ¿lo conocen Uds. a El? ¿Se han encontrado Uds. personalmente con El, entrado en la Sangre, entrado en la Gloria Shekinah? Si Uds. nunca han venido por medio de la Sangre, Uds. no conocen la Gloria Shekinah, porque la Vida únicamente está en la Sangre.

La hembra no tiene vida, en el polen de una hembra; es un huevo, la yema. Pero la sangre proviene del macho, la cual es la hemoglobina, la cuál está en el sexo masculino. Y en esto, si Uds. nunca han entrado en la Sangre, Uds. no saben qué es la Vida. ¿Tienen Uds. compañerismo? ¿O únicamente han venido a las aguas de separación? ¿O se han acercado a la puerta y han comprendido que El murió por Uds.? ¿O han entrado Uds.? Si Uds. necesitan esas cosas esta noche, ¿levantarían sus manos y dirían: “Hermano Branham: ore por mí; yo ahora lo aceptaré a El en toda la plenitud de Su poder; yo creeré en El con todo lo que está en mí; yo ahora acepto esto, para entrar, y quiero entrar en el compañerismo de la Gloria Shekinah, la manera provista de Dios; yo no me avergüenzo; yo entraré directamente en la cámara nupcial con mi Señor”? ¿Levantarán su mano, dirán: “Recuérdeme en oración”? Dios la bendiga, señora. ¿Habrá otro? Dios la bendiga, señora. Un... Dios lo bendiga, señor. ¿Habrá algunos más que dirán: “Recuérdeme, Hermano Branham”? Dios lo bendiga, señor. Dios la bendiga allá atrás, sí, señora.

Todos con sus rostros inclinados; todos en oración, los que pueden orar. Ahora, Uds. pudieran ser un miembro fiel de una iglesia; Uds. pudieran haber vivido una buena vida, hermana, hermano. Pero una buena vida no lo obtendrá. Si lo obtuviera, Uds. la pudieran haber vivido por medio de la ley. La ley no salva a nadie; la Sangre de Cristo salva. Uds. pudieran haber sido un buen hombre, una buena mujer, un buen vecino, un buen miembro de iglesia. Pero sin embargo, si Uds. no han venido por medio de la manera de la Sangre, Uds. nunca se han acercado al verdadero compañerismo, verdadero compañerismo y relación de parentesco, hasta que Uds. vengan por medio de la Sangre. Si a Uds. les gustaría ser recordados ahora, yo les ofrezco Cristo a Uds. Algún día... Yo ahora me paro como un hermano para Uds., y oraré por Uds., o haré cualquier cosa que pueda. Y El se para como el Salvador de Uds. Hoy El es el Salvador de Uds.; mañana pueda que El sea su Juez. Pero ahorita El es su Salvador. ¿Lo aceptarían Uds., levantando su mano, dirían: “Recuérdeme”? Dios la bendiga, jovencita. Dios la bendiga, aquí. Dios te bendiga, pequeñita. Dios bendiga a la niñita. Dios bendiga la... allá atrás, la–la pareja anciana. Dios bendiga al hombre aquí en el rincón. Dios ve sus manos. Dios bendiga a este niñito de color sentado aquí; Dios sea contigo, hijo.

Subiendo al Calvario, ¿sabes qué sucedió, hijo? El se cayó bajo la carga; El se cayó. Su cuerpecito estaba tan débil; El ya no la podía soportar más, y se cayó. Y Simón el Cirineo (un muchacho de color), levantó la cruz y le ayudó a llevarla arriba al monte. Ese fue uno de tus padres, hijo. Esa misma Sangre que cayó sobre él de la cruz, puede venir a ti esta noche; que tú lo ayudes a El a cargarla, hijo. ¿Alguien más, diga: “Yo ahora lo acepto a El. Yo quiero que esa abeja no tenga aguijón cuando el doctor se aleje de la cama, y diga que ya no hay más esperanza. Yo no quiero el aguijón”? Levante su mano. Pudiera parecer... Uds. dicen: “Qué bien hace el levantar la mano?” La diferencia es entre muerte y Vida. Recuerden: la ciencia dice que su mano tiene que colgar hacia abajo: la gravitación. (Dios lo bendiga, allá atrás, jovencito. Dios la bendiga, jovencita. Eso es bueno). Sus manos cuelgan hacia abajo. ¿Por qué pueden levantarlas? Es porque Uds. tienen vida en Uds., y esa vida allí adentro, algo ha hecho una decisión; algo en su corazón les ha dicho que hay un Dios. Hay Uno que los ama a Uds. Hay un Espíritu al lado de Uds. Uds. desafían toda ley de la naturaleza cuando Uds. hacen eso: Uds. levantan sus manos a su Creador y dicen: “Yo creo”. Si Uds. dicen eso en serio, pasarán de muerte a Vida. San Juan 5:24 dice: “El que oye Mis Palabras, y cree (no manufactura, sino cree) al que me envió, tiene Vida Eterna”.

Unicamente hay una forma de Vida Eterna: ese es el Espíritu Santo. Entren en el compañerismo. ¿Habría otro antes que oremos? Dios la bendiga; sí, eso es bueno, la jovencita aquí. Cariño, tú pudieras... Alguien pudiera decir que tú estás joven, como de unos doce años de edad. Dios te bendiga a ti también, allá atrás, hijo. Escuchen, hijitos: Jesús dijo: “Dejad a los niños venid a Mí; porque de los tales es el Reino de Dios”. Seguro, ahora en sus días de infancia, sus días de juventud, cuando Uds.... un camino... Uds. están allí en la encrucijada del camino. Escojan el lado correcto; vayan con Cristo. Eso es.

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