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Quisiéramos Ver A Jesús MP3 - William Marrion Branham

60-0109

Cita del Mensaje de William Marrion Branham:
Ahora, cuando Jesús tomó Su ministerio terrenal... Sigámoslo unos cuantos momentos, y observemos qué clase de cosa El hizo para probar que El era el Mesías; y observen las actitudes de la gente. Ahora, no para ser duro, pero permítanme repetir eso otra vez, para que así Uds. estén seguros de saber que es una doble declaración la que yo estoy haciendo, la misma declaración dos veces: veamos lo que El hizo en ese día para probar que El era el Mesías. Y lo que El hizo en ese entonces para demostrar que El era el Mesías, si El es el mismo hoy, El hará lo mismo hoy. ¿Ven?

    Y recuerden, El no visitó a los gentiles, y prohibió que Su Iglesia los visitara; únicamente a los judíos y a los samaritanos. Y los samaritanos eran mitad judío y mitad gentil. Y únicamente hay tres clases de pueblos sobre la tierra, de cualquier manera que Uds. quieran tomarlo; esos son los pueblos de: Sem, Jafet, y Cam; esto es, judío, samaritano, y gentil. Esas son las tribus de la tierra después de la destrucción antediluviana. Los hijos de Noé; todos nosotros surgimos de ellos. Los lugares en los que vivimos cambian nuestro color: blanco, negro, cobrizo, amarillo, sea lo que fuere; pero todos juntos, una sola raza humana. Uno puede darle al otro una transfusión sanguínea, y vivir.


Ahora, fíjense: entonces Jesús, la primera cosa que El... nosotros lo encontramos en San Juan 1. Hubo un hombre llamado Andrés quien vio a Jesús y creyó en El como el Mesías, y fue rápidamente a conseguir a su hermano Simón. Y cuando Simón, quien después fue llamado "Pedro, Cefas", lo cual por interpretación es "una piedra, piedra pequeña"....

    Cuando él encontró a Pedro, él dijo. "Ven ahora, y ven conmigo". Y él lo llevó a Jesús. Y sabemos que Pedro era un hombre del vulgo y sin letras; yo dudo que él podía firmar su propio nombre. La Escritura dice que él era del vulgo y sin letras. Entonces, ¿por qué tenemos que tener tanta educación? Sólo me gustaría hacer esa simple pregunta. A Uds. ministros, yo no sé en cuál lado están Uds., yo quiero hacerles una pregunta.


Cuando Pablo fue convertido, sin duda la iglesia en Jerusalén dijo: "Nosotros tenemos ahora al hombre que puede competir con el ingenio de estos Fariseos. El es listo; él es inteligente. Nosotros tenemos ahora al hombre (después de que Pablo había sido salvado), y enviaremos a este pescador ignorante, quien es ahora aquí la cabeza de la Iglesia en Jerusalén, lo enviaremos allá entre los ignorantes".

    ¿Se fijaron Uds. en lo que hizo Dios? El tomó a Pablo, el educado, y lo envió entre los ignorantes, y tomó al ignorante y lo envió entre los educados. ¿Ven?, Dios hace cosas a Su propia manera. Es fe sencilla para creer a Dios; eso es lo que se requiere.

    Pero tan pronto como Jesús puso los ojos sobre este hombre, Pedro, El dijo: "Tu nombre es Simón, y el nombre de tu padre es Jonás". ¡Cómo debió eso haberlo tocado a él! Tu... "Tu nombre es Simón". Nunca lo había visto antes en su vida. "Y el nombre de tu padre es Jonás".

    Y por medio de esto, tocó a Simón. "Este debe ser ese Profeta". Y él aceptó a Jesús como su Salvador, fue llenado con el Espíritu Santo en el Día de Pentecostés, y llegó a ser la cabeza de la Iglesia, porque él reconoció que esa era la señal del Mesías.


Jesús va un poco más adelante, y El encuentra a uno llamado Felipe. Y El dijo: "Sígueme, Felipe. ¡Felipe, sígueme!"

    Y Felipe fue allá adonde su amigo Natanael. Ahora, si Uds. alguna vez han estado en Palestina, en donde Jesús estaba orando por los enfermos, es como unas quince millas [24.15 km.–Trad.] alrededor de la montaña desde donde El encontró a Felipe.

    Usemos un pequeño drama aquí, para que lo capten los niños.

    Yo puedo verlo a él ir allá a la casa de Felipe y tocar en la puerta. Y su esposa decir: "Felipe no esta ahorita, Natanael", o, quise decir, "Natanael no está, Felipe". (Perdónenme). Y ella dijo: "El se acaba de ir por entre los árboles de olivo hace justamente unos cuantos momentos. El ha tenido una carga en su corazón por unos cuantos días".

    Como Uds. saben, cuando uno recibe una carga en su corazón, algo está preparándose para suceder. Yo espero que todos nosotros podamos recibir una carga en esta noche por esta nación perdida, y por este mundo perdido por el cual murió Jesús.


Y él se metió en la huerta por entre los árboles, levantando las ramas de los árboles. Y después de un rato, me puedo imaginar oír a alguien orando: "Oh Jehová Dios, por muchos días hemos esperado la Venida del Justo, Tu santa promesa para con nosotros".

    Y por supuesto, Felipe, un caballero Cristiano... Después de encontrarse con Jesús, como Uds. saben, lo hace a uno un caballero. El se quedó parado atrás cuando oraba, e inclinó su rostro para orar con él. Y después que él terminó de orar, se levantó y se sacudió su manto.

    Oh, ahora fíjense, él no dijo: "¿Cómo estás, Felipe? [El Hermano Branham quiso decir Natanael–Trad.]. ¿Cómo va progresando toda la fruta?" ¡El tenía un mensaje, y era urgente! Hermano: nosotros no tenemos tiempo hoy para necedades; cenas de helados de nieve y cenas de pollo. El mensaje es urgente; ¡saquémoslo!

    Inmediatamente él dijo: "Ven y ve a quién hemos encontrado". Oh, cuando uno encuentra a Jesús, yo pudiera decir esto: que hay algo al respecto que uno no puede quedarse quieto, uno tiene que decirle a alguien. "Ven y ve a quién hemos encontrado: Jesús de Nazaret, el Hijo de José".


Bueno, por supuesto, este israelita fiel, un miembro del sanedrín, dijo: "Mira, espera un momento, Felipe. Yo sé que tú debes... Tú te has ido a un extremo". (Uds. saben cómo ellos les gusta decirlo de esa manera). "Yo te he conocido como un buen hombre, honesto, un hombre balanceado, un hombre que piensa bien, con buen juicio, con sana doctrina. Y ahora tú vienes y me dices que el Mesías salió de Nazaret. Bueno, si el Mesías hubiera salido de Nazaret, de ese taller de carpintería... No pudiera ser así. Si El hubiera venido, El hubiera bajado caminando por los corredores dorados de Gloria, y hubiera venido adonde Caifás, el sumo sacerdote".

    Pensaríamos hoy día que El tendría que venir a la iglesia Pentecostal, o El no vendría en lo absoluto.

    "No", Uds. dirían: "El tendría que venir a la iglesia Bautista, o a la Presbiteriana, o al papa de Roma, o al arzobispo de Canterbury".

    Permítanme decirles a Uds., Dios viene adonde El quiere venir. Depende de nosotros seguirlo, no cuestionarlo a El.


Y él dijo: "Mira, tú sabes que tal cosa no pudiera suceder. Y ¿por qué me dices tal cosa?"

    Ahora, aquí está una teología sólida y buena que usó Natanael [el Hermano Branham quiso decir Felipe–Trad.], que todos Uds. deberían usar. Simplemente mostró buen sentido común. El dijo: "Ven y ve por ti mismo". Eso es bueno; eso es pensar juiciosamente". No lo juzgues mal, simplemente ven y ve por ti mismo".

    Entremos en su conversación mientras van en camino. Yo puedo ver a Natanael despedirse de su esposa, y decir: "Voy–voy con este hombre; pienso que él está todo emocionado. Regresaré, querida, en un par de días".

    "Muy bien. Ve, Felipe". [El Hermano Branham quiso decir Natanael–Trad.].

    Yo puedo oírlo decir: "Mira, tengo algo que decirte. Como tú sabes, nosotros siempre hemos esperado con anticipación desde los días de Moisés, cuando él nos dio la ley, y la ley iba a durar hasta cierto tiempo. Y entonces el Señor, nuestro Dios levantaría un Profeta entre nosotros".

    "Sí", dice Natanael: "Oh, yo he leído con frecuencia el Libro de Deuteronomio".

    "Muy bien, y entonces este Profeta debía ser el Dios-Profeta, diferente a los otros profetas. El debía ser un–un Hijo de Dios, dijo Isaías".

    "Sí, yo recuerdo todo eso".

    "Bueno, ¿sabes qué sucedió el otro día? ¿Recuerdas esos pescados que compraste de aquel anciano llamado Simón, que era tan ignorante que no te podía firmar el recibo?"

    "Sí, me recuerdo de él".

    "Bueno, él se acercó caminando a Este quien nosotros sabemos que es el Mesías, y El dijo: ‘Tu nombre es Simón, y tú eres el hijo de uno que se llama Jonás'. Y Simón creyó. ¡Oh, Natanael!, no me–no me sorprendería si El te llamara por tu nombre cuando tú te acercaras". "Mira". Esa es una buena preparación de todas maneras.

    Así que él dijo: "Mira, espera un momento; yo no pudiera creer eso".


Así que ellos finalmente, tal vez al día siguiente, llegaron a la escena en donde Jesús estaba orando por los enfermos. Y yo no sé; yo no estaba allí. Pero tal vez él iba atravesando la audiencia, en dónde... así como están parados Uds., o quizás él se sentó; o tal vez él se metió en la fila. Yo no sé. La fila de oración probablemente estaba pasando ante Jesús, y El estaba orando por ellos y poniendo manos sobre ellos. (Como un ochenta y seis porciento de Su ministerio, como Uds. saben, era orar por los enfermos).

    Entonces cuando pasaron ante El, uno tras otro, El finalmente levantó su vista y vio venir a Natanael. Y El clamó: "He aquí un israelita en quien no hay engaño". En otras palabras, un hombre justo, un buen hombre. Bueno, eso lo sorprendió. Y él no le pidió a Felipe que hablara por él; él habló por sí mismo.

    El dijo: "Señor, ¿cómo me conoces? Yo nunca te he conocido a Ti en mi vida. ¿Cómo sabes que yo soy un hombre justo?" No por su vestir; había allí griegos y había allí árabes, y toda la gente oriental viste igual. No por su vestir, o por su... todos, gente de complexión oscura. No por su piel, no por su vestir, sino por algo dentro de él, Dios que estaba en él.

    Dijo: "Tú eres... He aquí un israelita en quien no hay engaño".

    El dijo: "¿Cuándo me conociste, Señor?"

    El dijo: "Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, Yo te vi". ¡Oh! ¿Lo vio? ¡Qué ojos! Quince millas [24.15 km.–Trad.] alrededor de la montaña. "Te vi cuando estabas debajo de la higuera".

    Natanael estaba instruido en las Escrituras. El corrió al frente y dijo: "Rabí (eso significa: "Maestro"), Tú eres el Hijo de Dios; Tú eres el Rey de Israel". ¡Oh, ahí lo tienen Uds.! ¿Qué estaba haciendo El? Dándose El mismo a conocer a la raza judía. Esa fue la señal del Mesías.

    Jesús se volteó y dijo: "¿Porque te dije eso, creíste? Entonces tú verás cosas mayores que estas". Porque él lo creyó y lo aceptó.


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